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lunes, 26 de enero de 2009

Chamorga - Tafada - Risco Bermejo - Tafada - Cruz del Dragillo - Chamorga


Chamorga es un caserío situado en pleno corazón de Anaga, a caballo entre la laurisilva y el bosque termófilo y atravesado por el cauce del Barranco Bermejo. Está poblado desde finales del S.XVII y se compone de un pequeño grupo de casas alrededor de una pequeña ermita donde se venera la virgen de la Purísima.

Al final de la carretera, no encontramos con el único bar de este caserío “Bar Casa Álvaro”. Recuerdo cuando casa Álvaro era una venta, de aquellas de las de siempre, las de “moscas y chochos” regentada por Álvaro, el que fue último Alcalde pedáneo de la zona. Hoy ya mayor pero que mantiene su sonrisa eterna, pícara, su mirada limpia, hoy un poco lánguida, siempre intentando agradar y consiguiéndolo. Él dio refugio a muchos montañeros y de sus relatos sobre caminos y toponimia salieron el conocimiento que muchos de nosotros tenemos de la zona.

En las estanterías podías encontrar junto a unas latas de sardinas, un manojo de alpargatas, o comprar unos clavos, tomar una cuarta de vino o comprar un bocadillo de chorizo de perro para bajar al Roque. También podíamos jugar al futbolín que tenía en la habitación contigua donde estaba el único televisor que había en el caserío, convirtiendo a Casa Álvaro en el centro de ocio de la zona.

Cuando a uno le piden que organice una excursión para gente poco acostumbrada a caminar por el medio natural pero que quieren iniciarse en esta actividad inmediatamente piensa:

1º Anaga; por su cercanía al área metropolitana, al mismo tiempo que por lo inhóspito y la belleza de su paisaje.

2º Las Casas de Tafada, y la Atalaya que lleva su nombre, conocido también como Risco Bermejo, un lugar, próximo a Chamorga, (30’) que ofrece a golpe de vista, una visión global, de lo que Anaga puede ofrecer al caminante. Desde aquí podremos divisar el Faro de Anaga, el Caserío de Roque Bermejo con su pequeño embarcadero, que antaño sirviera para llevar el combustible hasta el faro.

3º acercarnos hasta la Cruz del Draguillo, para ver los caseríos de Las Palmas de Anaga, y de El Draguillo poder bajar por lo que, al menos para mi, es uno de los tramos de barrancos más bellos de toda la isla, el que va desde La Cruz del Dragillo hasta Chamorga.

Así cuando los compañeros de trabajo me propusieron salir un domingo a caminar, no lo dudé, esta ruta, de apenas 7 km de recorrido, con algunos desniveles sencillos de superar sería la elegida: Chamorga – Casas de Tafada – La Atalaya – Casas de Tafada – Cruz del Draguillo – Chamorga.

Nos reunimos en Santa Cruz y partimos en dirección a San Andrés para subir por la carretera de El Bailadero y llegar sobre las 9:45 de la mañana a Chamorga. Tras colocarnos las mochilas y cámaras de fotos a mano, nos disponemos a empezar la ruta justo por un camino que hay entre dos casas y que sube por encima de la venta de Álvaro en dirección al Roque El Bichuelo. Al poco lo iremos dejando a nuestra izquierda.

Tras recorrer los primeros metros, si echamos la vista atrás, podremos ver una preciosa vista de Chamorga, el barranco de Roque Bermejo y La Morra Blanca, incluso escuchar como corre el agua por el barranco como con prisa por llegar al mar.

Al llegar a las inmediaciones de El Roque de El Pilón, nos dirigimos a la Cuesta de las Burras, un camino tallado en la roca, hoy protegido por una frágil barandilla de madera y que ofrece una falsa pero suficiente sensación de seguridad al caminante.

Después de terminar su subida divisaremos Las Casas de Tafada, una construcción de planta rectangular con varias divisiones interiores que data del siglo XVIII, según reza en las cartas del mayordomo mayor de la Hacienda de Las Palmas de Anaga, Silvestre Izquierdo, entre 1769y 1786, sirvió de granero y almacén de papas. Pertenecía a la familia Castro Ayala y hoy está en ruinas. Sin lugar a duda un estupendo lugar para rehabilitar y ofrecer refugio a los numerosos visitantes de la zona.

Allí hicimos una breve parada y continuamos en dirección a La Atalaya de Tafada o Risco Bermejo.

La Atalayas datan de los primeros años del s.XVI, construyéndose por orden del Cabildo de Tenerife. Se trataba de puntos de vigilancia como medida preventiva de la llegada de barcos piratas y ante los brotes epidémicos que sucesivamente llegan a las islas. Los vigías, desde las alturas avisaban de la llegada de los barco. Hasta 1866 el sistema de comunicación fue mediante selañes de humos o fuego

La Atalaya de Tafada era la que más situada al norte se encontraba, el 22 de julio de 1797, su vigía dio aviso a la atalaya de El Sabinar y esta a la de Igueste de San Andrés, donde estaba Domingo Izquierdo, vigía que dio la alarma a Santa Cruz de la llegada de la escuadra del Almirante Horacio Nelson (...más información)

Desde La Atalaya podemos divisar los Roques de Anaga, el de afuera, flotando siempre sobre un mar de espuma y el de adentro que no quiere separarse de tierra.


También divisamos El Faro de Anaga, de mediados del s. XIX, de vital importancia para la navegación marítima ya que frente a él pasa todo el tráfico marítimo que se dirige a la Península. Hasta finales del siglo pasado funcionaba con petróleo, el último en España, hoy es eléctrico alimentado por baterías y placas solares. Su interior está dividido en varias dependencias y durante muchos años habitaron allí los fareros. Entre sus paredes, niños y mayores de toda la zona oyeron la radio y vieron la televisión por primera vez.

Regresamos tras nuestros pasos hasta llegar de nuevo a las Casas de Tafada, nos dirigimos ahora hasta la Cruz del Draguillo. Lo hacemos por un sendero que comienza en Monteverde hasta la laurisilva y que va dejando Chamorga siempre a nuestra izquierda. Caminamos muy próximo a la cresta del Risco Vista Las Palmas, al Lomo de Rosa Alta y las Cumbres del Draguillo. En ocasiones pudimos contemplar el Caserío de Las Palmas y de El Draguillo, pero enseguida la nube lo cubría todo de nuevo.

La lluvia de los días anteriores dejó el sendero convertido en un barrizal, esto dificultó el avance ante el riesgo de resbalones y caídas, que no tardaron en producirse. Palos y bastones se hicieron imprescindibles para el avance. Aunque para los dos niños que nos acompañaron (Laura y Óscar) fue toda una aventura.

Ya en la Cruz del Draguillo, continuamos por el Barranco hasta Chamorga, por el que circula un riachuelo que corre como hace años que no corría, provocando la admiración de todos nosotros.

Una vez en Chamorga, comemos en Casa Álvaro, Garbanzos, Carne con Papas y un estupendo puchero.



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