Año tras año he visto este lugar, Tafada, corazón de Anaga, muchas veces refugio en travesías, lugar de descanso, de parada casi obligada, de charlas amenas e historias de viejos que quitaban el sueño.
Año tras año la he visto desaparecer, primero fueron sus tejas planas, luego las vigas de madera que soportaban a éstas, ¡quizás se vino abajo durante un temporal!. Ahora tan sólo quedan en pie sus gruesas paredes de piedra. Supongo que con los años sólo quedará un montón de piedras. Seguro que dentro de unos años algunos dirán que creen recordar que hace tiempo había unas casas.